Funeral Nautico
Por Henry “Groncheto” MacNie
Publicado muchas veces.. y vale una mas!
Publicado muchas veces.. y vale una mas!
San Isidro, Abril
de 1933
Mi padre, un
Irlandés navegante y de gran amistad con las bebidas espirituosas había
encontrado su fin a causa de un derrame cerebral cuando se le derrama en el
marote una botavara de un velero 112 pies de eslora y aparejo cangreja al
cortarse el amantillo.
Como mi madre
detestaba a los amigos de mi padre, que por su puesto eran todos navegantes,
decidió velar sus restos en el casco de la estancia en Lobos, de esta manera
evitaría encontrarse con ellos a los consideraba "maleducados e
insolentes".
Luego de una misa
dada por el cura local en la capilla de la estancia mi madre decide cumplir con
los deseos de mi padre de ser cremado y sus cenizas arrojarlas en el Rio de la
Plata cerca de la boya 19, nos trasladamos a Buenos Aires, recuerdo ese día por
ser la primera vez que manejé el auto de mi padre, un Avions Voisin de 1932 que
le había costado mas de 75.000 pesos .....a mi madre.
Ya en el
crematorio del cementerio de Chacarita comenzamos el ritual mientras un cura de
la parroquia de San Patricio le dedicaba unas oraciones, me llamó la atención
que entre oración y oración se estaba tomando la botella de mistela, el asunto
es que a los pocos segundos de encender el quemador las llamas comenzaron a
llenar todo el recinto, les recuerdo que los momentos previos al accidente
fueron de asado y vino, habiéndose tomado todo lo que había abordo incluyendo
los rizos.
A todo esto el
cura ya bastante afectado por el vino al ver el humo de distintas tonalidades
que salía de la chimenea salió corriendo hacia la parroquia gritando ¡Habemus
Papa, Habemus Papa !!!! El descontrol del incendio justificó la presencia de
dos dotaciones de bomberos
Tres días mas
tarde, una vez que el incendio fue sofocado nos entregaron las cenizas, como mi
madre ya había tenido lo suficiente de mi padre le encargó al capataz de la
estancia, Don Venancio Millatrú que me acompañara hasta San Isidro con las
cenizas para que los "salvajes" amigos de mi padre pudiesen
despedirse de el y así terminar el asunto, como mi madre desconfiaba de las
costumbres de estos muchachos sacó las cenizas de la costosa urna y las colocó
en el bolso marinero que lo había acompañado en todas sus navegaciones y
regatas, ella tenía la certeza que una vez arrojadas las cenizas al río estos
vándalos usarían la urna para guardar las escotas o como simple caja de
herramientas.
Al llegar al club
me encontré con la mayoría de ellos en el muelle, al ver el bolso uno de ellos
se largó a llorar y entre sollozos me relató el día que él y papá compraron
bolsos iguales en el negocio del gordo Goffre en la calle Viamonte al 1500
hacía mas de 10 años, el Dr. Luis Argerich que era secretario del CNSI,
visiblemente emocionado tomó el bolso con las cenizas de mi padre y con el
mayor de los respetos lo depositó en el banco del muelle, todos lo rodearon y
como era de esperar brindaron por el difunto amigo, uno de ellos miró el reloj
y con voz grave anunció que ya era tarde y debíamos partir, en silencio y con
la cabeza gacha embarcamos en los botes hacia los barcos en el desorden
habitual, al salir por la boca del puerto de San Isidro nos encontramos con una
increíble cantidad de barcos algunos de ellos del grupo de mi padre, entre
ellos distinguí al Phalarope de Legeren, al Leonor con Sieburger y Milhas, al
Querandí con Eiraz, Nazar Anchorena y Mackinlay, mas atrás se veia al Febo con
Bosemberg, Vizcaya y Gerhart, a barlovento un coleen, el Atuel con tres mujeres
muy atendibles y casi llegando la boya aparece a toda velocidad el Gurí del
flaco Salas Chavez con uno de sus tripulantes gritando:
- ¿¿¿A QUE HORA
SE LARGA, MAESTRO???.
Mas de 60 barcos
formaban el cortejo, nunca en el Rio se había visto un funeral semejante, digno
de un gran marino, yo estaba emocionado, casi hasta las lágrimas, mirando al
bolsito azul que contenía las cenizas de mi padre.
Llegamos a 20
metros de la boya 19 y fondeamos en silencio, los demás barcos filaron escotas
y la mayoría se pararon en cubierta mirando atentos la popa del Margarita del
viejo Karel Van Vasenaar donde el flaco Bullrich se preparaba para dejar caer
las cenizas al río, se paró, miró a todos los concurrentes, mirando al
horizonte abrió el bolso y dándolo vuelta lentamente dejó caer el contenido,
cayeron a la vista de mas de 300 personas un par de zapatillas, un suéter
negro, dos pares de medias, un jabón, una toalla y un escandallo, Oscarcito
Montes de Oca me miró y dijo en voz baja -Ese es mi bolso...
La discusión duró
hasta la amarra, al llegar no se habían puesto de acuerdo quien era el
responsable del bolso de mi padre, pero lo cierto es que había quedado en el
banco, cuando todos nos fuimos, el viejo Jacinto el marinero del club lo vio y
al notarlo lleno de “tierra” lo tiró a la basura, como el carretón municipal ya
había pasado salimos todos corriendo hacia el depósito de basura del municipio,
mas de 40 personas buscaron el bolso durante horas sin encontrarlo.
Durante muchos
años, para el aniversario de la muerte de mi padre era posible encontrar
colgada del portón de entrada del depósito una corona de flores con una banda
negra y en letras doradas una frase contundente “Tus amigos”.
Así terminó la
vida de un navegante como pocos, gran amigo, excelente padre y odiado esposo
que supo vivir todo lo que pudo.
Mis respetos.
Groncheto
3 comentarios:
Muy buenoo!!!!!!
Que relato hermoso,y divertido tambien!!!
Excelente relato.
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